miércoles, 31 de diciembre de 2014

Margarita... un Coctel y un Cuento

El nombre Margarita, está asociado en mi mente a dos eventos: el coctel y el cuento del famoso lírico nicaraguense Rubén Darío A Margarita Debayle. Así que en esta entrada voy a hacer homenaje a ambos.
 La Margarita frozen es una de las bebidas más populares en los restaurantes mexicanos.
A mi particularmente me encanta este coctel. Una buena opción para despedir el año 2014 o para celebrar el 2015.
Afortunadamente descubrí que puedo prepararlas por mi cuenta y me quedan exactamente igual que las que me sirve el mesonero directamente desde el bar de Los Rancheros. La fórmula es simple: Bacardí Margarita (de las que venden en la sección de congelados en los supermercados) y Tequila.
Solo hay que seguior las instrucciones de la lata: mezclar el contenido con hielo y tequila... y aquí es donde el Magic Bullet hace la magia del perfecto frozen. Dos cocteles grandes por lata.
Licuar y Listo!. Para decorar la copa solo se moja el borde con un trozo de limón y se pasa por un platito lleno de sal fina... o azúcar.
Unas hojitas de menta, una rodajita de limón o una cereza completan el adorno.
Salud!
Y el cuento... ese que solía recitar de memoria cuando era niña... y que me sigue pareciendo tan hermoso ahora como antes.

A Margarita Debayle
                                            Rubén Darío

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

* * *

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día 
te quiso contar un cuento.

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